AUTOESTIMA y TRASTORNO NARCISISTA - Parte III (Continuación)

AUTOESTIMA y TRASTORNO NARCISISTA -  Parte III (Continuación)

Mario H Romano, Doctor en Psicología

Espejitoespejito, ¿quién es la/el más bella/o del reino?”  (inspirado en el cuento Blancanieves)

Salud y enfermedad es una cuestión de grados. Todos tenemos una cuota  de narcisismo “natural”, actitud individual que nos permite atendernos, proveer a nuestras necesidades y amarnos. Cuando está exacerbado o falta, hablamos de trastorno narcisista, herida interior. El término proviene de la mitología griega. Narciso enamorado de su propia imagen muere ahogado en el lago donde se refleja. Es percibido en personas que consideran a las demás como prolongación de sí mismas para satisfacer sus intereses, conveniencias, beneficios, deseos. Y manifiestan esta conducta de modo permanente. Porque también se refleja en cada uno/a de nosotros/as en alguna tendencia, rasgo o momentos. Pero cabe marcar la diferencia. No es lo mismo una presión sanguínea elevada a 13 que vivir con 18. Enojarse, descalificar, incluso agredir cuando alguien no se ajusta a sus deseos, o responder con indiferencia y negación. Una/os se manifiestan con superioridad y omnipotencia y seducen para convocar la atención sobre su figura. Otras/os se repliegan y tratan de pasar desapercibidas/os. Ambos perfiles con sus grados intermedios tienen en común estar centradas/os en sí mismas/os, “ser centro”, y les cuesta ubicarse “en el lugar del otro”, percibir sus necesidades. Difíciles para reconocer sus faltas, equívocos. Ocultan sus límites y adjudican a otros la responsabilidad de los hechos que él o ella misma generan. La autoestima herida no resuelta demanda insaciable que le den aquello que siente que le falta: atención, reconocimiento, valor, incluso bienes, pero su conducta con los demás no es recíproca.  Es común que se  victimice para justificarse.  Refleja vacío interior y demuestra escasa capacidad de autocrítica. Le cuesta compartir  y “no da puntada sin hilo”. Proclive a preocupaciones hipocondríacas por su salud.  Su “tela” para amar es corta si se entiende que amar es desear el bien del otro y obrar en consecuencia. Cómo hace si no puede desprenderse de sí? En una proyección social que excede estas líneas puede señalarse que el pensamiento “total”, “único”, “absoluto” es de naturaleza similar. ¿Los argentinos no padecemos acaso  de un grupo dirigente (emergentes de la sociedad) que toma al Estado como propio, ideologizado (ideas para justificar su propio beneficio), cerrado sobre privilegios que lo sostienen, distante de las necesidades sociales y el bien común? Sin autocrítica cómo se puede generar transformaciones? Habíamos señalado en artículos anteriores que la autoestima se construye en el compromiso consigo mismo/a para reconocer capacidades, logros, valores y también límites. Quién no los tiene? Y considera a los demás en su intransferible dignidad  personal para compartir.  No se dirige al otro para “manipular”  en función de su exclusivo interés, si no para promover su autonomía, su libertad, su crecimiento. ¿Y estos aspectos no nos permiten reflexionar que cultivar un “saludable sentido de autoestima”, crecer como adulto/a –responsable de sí- y respetar las diferencias con los demás no es sinónimo de un mismo proceso? Y en democracia ¿la constitución no es para regular el narcisismo de las partes y garantizar en igualdad derechos y obligaciones?

 

 

 


Comentarios

  1. Excelente tema y reflexión.Amar es dar-se , en tanto querer es tomar al otro como propio.Mucho narcisismo social y falta de reconocer errores.

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  2. Mario,♡Gracias,♡Gracias,♡Gracias por este espacio de reflexion lucida.Hoy pude "hacer espacio para escuchar a la que estoy siendo"atendiendo a esta variable que golpeo mi realidad.

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