MALTRATO

 MALTRATO

Mario H Romano, Doctor en Psicología

El mal trato lastima, daña y vulnera la dignidad humana. Enferma.

 

Estrés, alteraciones emocionales, reacciones impulsivas, manifestaciones de violencia de diferente grado e intensidad se refleja en los vínculos. Relaciones padres e hijos, parejas, amistades, laborales, situaciones visibles en la vía pública. El mal trato es una de sus manifestaciones.

Hoy gracias al desarrollo de las ciencias sociales  se tiene mayor y profundo conocimiento de sus factores multifacéticos y policausales.

Con frecuencia regaña, intimida, insulta. Culpa, censura,  subestima. Extorsiona, abusa, estafa.

El aislamiento obligatorio durante la pandemia agudizó el trato discriminatorio, abusivo y hasta perverso de quienes siempre lo ejercieron. El encierro prolongado ha sido un escenario de cultivo. 

Aquí nos referimos en particular al maltrato emocional, verbal y gestual. Precede (y acompaña) a la agresión física. Adquiere relevancia como actitud sostenida y repetida. Se refleja como hostilidad permanente. El tono puede ser abiertamente agresivo o cínico. Siempre descalificatorio, peyorativo.

Javier habiendo elaborado una mejor imagen de sí mismo recuerda “en casa no confiaban en mí cuando ingresé a la universidad…tampoco durante la carrera…papá muchas veces decía ¿para qué estudias?...¿por qué no te dedicás a otra cosa…?”

Más nocivo en niños y adolescentes. ”Claro…si no servís para nada…!”. “¿Por qué siempre me gritás? (llorando) …me tenés cansado…andate!”. “Para Vos no tengo tiempo porque no te lo merecés…¿no te das cuenta?” Genera desconfianza, inseguridad, depresión y erosiona la autoestima. Obstaculiza o reduce la capacidad creativa. Afecta la calidad y nivel de comunicación.

Diferente es la enseñanza de límites. Destaca la conducta fallida (sanciona la respuesta equivocada) pero respeta a la persona. Segundo, fundamenta el sentido de lo que transmite como aprendizaje de vida. Explica. Tercero: ayuda a pensar.

Volviendo. Maltrato es un “virus” perjudicial en cualquier vínculo. Es recurrente, denigrante, perverso.

¿Qué rasgos predominan en quienes lo ejercen?  Personas con marcadas tendencias narcisistas. Rígidas, intolerantes, impulsivas, resentidas, insatisfechas de sí mismas, celotípicas, manipuladoras. Necesitan desacreditar para compensar a través de su hostilidad lo que a ellas mismas les falta. Con antecedentes de maltrato o destrato manifiesto o encubierto en su niñez. O haberse sentido subestimadas. Repiten lo que han vivido. En otras por conflictos internos no resueltos y que nunca analizaron.

¿Es necesario aclarar que no es igual a naturales actitudes de enojo, desaprobación, disgusto, rechazo que a veces ocurre? ¿Y que surgen como respuestas posibles en el intercambio entre personas diferentes?  

Un adulto anida (hace “nido”) en un vínculo cuando se siente querido/a, amado/a, respetado/a y responde en consecuencia. Buen trato. Y libertad para expresar sus diferencias. De lo contrario ¿qué hace ahí?

Apéndice. Ante la última pregunta alguien opina “Salvo que tenga buenos beneficios”. Otro responde “¿Justifica que se deje mutilar de esa manera?”. Un tercero agrega: “cada persona sabe su precio…o lo niega”