NATURALIZAR el MALESTAR
NATURALIZAR el MALESTAR
Mario H Romano, Doctor en Psicología
Nos acostumbramos a
aquello que se repite hasta percibirlo como natural, e incluso creer que lo es.
Primero el
asombro. “Tendremos que cuidarnos, expresa
Esther, ¡ayer robaron en la casa de un vecino!”.
En el fluir
de los acontecimientos que condicionan la vida cotidiana la sociedad fue
asimilando hechos delictivos como costos
ineludibles al vivir en esta realidad. Un detalle manifiesto es que se han
dejado de usar carteras en la vía pública. Primero es la versión de “una
sensación”. Luego se incorpora como un hecho corriente.
Al comienzo
extraño, luego habitual. Por hábito. Y
se adopta “casi como” natural. Ya no se interrogan las causas, los motivos.
Con resignada desazón se incorpora al modus operandi de transgresiones legales,
de convivencia agresiva, de desbordes éticos que amenazan el tejido social como
mágico designio de los tiempos que nos tocan vivir. Se naturaliza el desvío de
la regla. Es uno de los mayores malestares en nuestra cultura.
El
imaginario colectivo lo incorpora como
costumbres que se arraigan al modo de
enfermedades crónicas difíciles de
tratar. Como si tuvieran su sello de permanencia ya acreditado. Malversación de fondos públicos, corrupción,
transgresiones institucionales son evidentes
señales de un sistema democrático viciado en las bases que lo sustentan.
¿Lo estamos naturalizando?
Algo similar
podemos encontrar a nivel personal
Preocupaciones
internas latentes que nos generan momentos de incertidumbre, ansiedad e
inclusive angustia, pero que sin embargo
conservamos sin definir su destino. “Tengo
un gran disgusto con uno de mis hermanos… se corta solo, es muy atropellado, a
veces agresivo…hace tiempo que estamos distanciados. ¿Qué siento por él?
Bronca, desilusión… no sé. Las veces que me he dicho a mí misma ¡tenés que
hablar! … ¡pero no me animo, ¡es más fuerte que yo!... es un tipo con mucho
amor propio, soberbio… pero un día algo tengo que hacer, no sé… darle un punto
final!” Más adelante agrega “…¿por qué llevo encima este malestar?... hablarle
o dejarme de joder …aceptar que tenemos poco en común… que haga su vida… y dejarlo
ir”. Celeste, hermana mayor, condicionada por el precepto paterno de la unión familiar se debate entre
forzar un vínculo desvanecido, o
desprenderse.
En una
relación amorosa, maltrato manifiesto o
encubierto, desinterés o negligencia permanente de una de las partes va erosionando la
vitalidad de la otra. Mauricio
cristalizado en el espejismo de su propia imaginación suponía que su vida en
pareja era estable, al menos para él. “Nunca
escuchó mis reclamos. Venía de su oficina y se ponía a ver televisión. Lo invitaba
a salir y ponía excusas. Poco cariñoso, le costaba expresar lo que sentía. En nuestras intimidades no quedaba satisfecha,
y él lo sabía. Dudé muchas veces si me quería. Me sentía sola. Le aconsejé que
hiciera una consulta pero siempre lo evitó… me agotó… recién cuando le plantee
que me iba de casa, ahí reaccionó. Para mí es tarde… estoy vacía y
con bronca” refiere Virginia.
¿Qué nos
sucede cuando absorbemos por un tiempo prolongado malestares reincidentes ajenos a nuestros deseos e intereses vitales?
Somatizaciones, adicciones, depresiones,
insomnio entre otras conductas
posibles. Nos hacemos daño. El riesgo es naturalizar malestares y engañarse a sí mismo/a.
O reaccionamos.
Un comentario de Horacio Etchegoyen,
psicoanalista, nos recuerda que siempre tenemos la posibilidad de ser
conscientes, asumir lo que nos pasa y decidir en consecuencia: “… en
el adulto la autoobservación se consagra como una función autónoma, con lo que
se logra un grado óptimo de autoobservación objetiva y, con ello, un deseo de
conocerse a sí mismo” .
La salud nos
espera. Si la buscamos.
Horacio Etchegoyen, Los Fundamentos de la Técnica Psicoanalítica,
Amorrortu Editores, Bs As, 2005.
Mi expresión es “ Estamos mal y acostumbrados””
ResponderBorrarPleno de contenido el artículo. Excelente!
ResponderBorrarExelente artículo, me recuerda el experimento de la rana que de a poco le van calentando el agua
ResponderBorrarEs como si la convivencia tiene una dosis de inercia que hace que se continue sin modificar las costumbres y la forma de vida. Los objetivos personales permiten explicar las razones por las que se sigue así como vamos.Si miramos lo positivo de lo que decidimos tal vez justifiquemos nuestro proceder.
ResponderBorrarExcelente reflexión!!!!! Nos callamos para evitar más conflictos. Pero eso nos enferma el Alma.
ResponderBorrar