EL TODO y SUS PARTES

 EL TODO y SUS PARTES

“Pese a todo, el carácter —la voluntad de aceptar la responsabilidad de la propia vida— es el lugar donde brota el amor propio”

      Joan Didion

Consideramos un sistema como una configuración de elementos que interactúan entre sí, y donde el todo es más que la suma de sus partes.

La persona como unidad biopsicosocial. Las disciplinas desglosan su propio objeto de estudio, medicina, psicología, sociología, pero conscientes de que cada componente biológico, psíquico o social integran una organización mayor: la persona.

Y dentro de las profesiones las disciplinas, tan necesarias e imprescindibles trabajan con una mirada escotomizada, es decir, ocultan la visión del conjunto. Por razones operativas se focaliza un órgano, una fobia, o un grupo.

Un sistema abierto, a través de diversos intercambios se modifica en forma constante, dinámica. Las transformaciones de Gabriel después de su adolescencia hasta su joven adultez han sido notables. También las de Azucena de los 40 a los 75 años. A nivel físico, mental, vincular, ocupacional, etc.

Conservamos nuestra identidad como sujetos únicos en el tiempo, pero nunca somos exactamente iguales en diferentes momentos de nuestra existencia. Tampoco son iguales, tal vez parecidas, las personas con las que compartimos nuestra vida, ni el contexto en el que vivimos.  Dinámica de múltiples  y diversas variables que interactúan y generan resultados diferentes. A medida que transitamos el camino de nuestra vida vamos cambiando. El medio nos influye y modifica. A la vez por acción u omisión, nosotros incidimos y gravitamos en el ambiente que vivimos.

Esta visión integral tiene consecuencias prácticas. Nos permite considerar cuerpo, mente y vínculos en permanente interacción. El grado de sus proporciones orienta la búsqueda de espacios ausentes. Si nuestra energía está focalizada en esfuerzos físicos, tienden a compensarnos las lecturas, estudio, conversaciones de interés con otras personas. Si en cambio asumimos tareas con desgaste mental, cualquier ocupación física o deportiva son buenos componentes reparadores. Quien trata intensamente con mucha gente en un día, requiere tiempos personales de soledad para recuperar/se del caudal de estímulos que ha recibido.

“Le dedico mucho tiempo a mi trabajo, pero dejé de lado el encuentro con mis amigos  que tanto lo necesito”, señala Virginia.

Por lo tanto, otro efecto útil es considerar que cuando estamos abocados inevitablemente a una ocupación, es conveniente no olvidar el resto de los intereses vitales que componen nuestra vida. Y podamos darle un tiempo, un espacio, un lugar.  

Un alimento imprescindible para nuestra vida afectiva es el contacto con vínculos cercanos y satisfactorios. De igual modo pausas para pensar, discernir, reflexionar.

Aunque cambiamos, no obstante reproducimos varias de las características de nuestra matriz original. Algunas nos facilitan vivir. Y otras obstaculizan neuróticamente nuestro camino. Javier, criado con atenciones maternas incondicionales, se enamoró de una mujer que respondió a similares condiciones. Su pareja era funcional a sus expectativas narcisistas. Cuando ella inició un emprendimiento que le restó energías para dedicarse de igual modo a él, la relación transitó por sucesivos conflictos. Luego vino la separación.

Personas con tendencias más inmaduras y menos flexibles, tienden  a ser más rígidas y resistentes para modificar/se.

Como sujetos de deseos y necesidades, nos motiva e impulsa buscar lo que nos falta. Exploramos con nuestra energía vital el sueño, ¿imposible?, de conocernos.  Y descubrir ese algo más allá de nosotros. Trascendernos en proyectos de vida, en obras que marcan nuestro paso. Sujetos en camino.  

Sistema abierto que se desnaturaliza con rigideces arcaicas que nos cierran y detienen. Y no permiten fluir la vida. “Neurismas del alma”. Miedos, prejuicios, insatisfacciones enquistadas cuyas heridas han quedado encapsuladas como tumores malignos sin reaccionar. Hasta que un estímulo inesperado los despierta en angustia. Manuel defiende su desvalorada autoestima con una imagen inflada de sí mismo. Adquiere con deudas bienes materiales para ocultar su vacío interno. Siempre justifica sus faltas, errores, equívocos. Elude a quienes contradicen su conducta. Los amigos se apartan. Su malestar interno se agudiza, y genera una úlcera. En un comentario al pasar expresa “me soltaron la mano…” Refleja el niño interior, huérfano de afectos que no recibió, y disimula una adultez que nunca alcanzó.

Somos una unidad. Vernos de un modo integral nos permite conocernos y tratarnos mejor. Si percibimos un desencuentro prolongado con nosotros mismos es oportuno buscar oídos que nos escuchen. O acceder a una consulta profesional para desentrañar el motivo. Liberar la causa que lo produjo y aliviar el malestar. Es aceptar la responsabilidad de la propia vida.

                                                                                                  Joan Didion, escritora estadounidense, Sobre el Amor Propio, Rev Vogue, 1961

 

 

Comentarios

  1. No sé.puede.expresar de otra manera... EXCELENTE REFLEXION!!!

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  2. Me llamó la atención el texto dode dice que la inmadurez y la poca flexibilidad de una persona la hacen rígida y resistente s las modificaciones.Creo que la adaptación y los cambios son vitales para vivir bien aunque son difíciles de aceptar.

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  3. Excelente, deberíamos tenerlo spre presente!

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  4. Si aprendemos a conocernos y a querernos a nosotros mismos estaremos más abiertos a nuevos aprendizajes y crecimientos

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  5. Volvemos a los olores, los sabores , las voces que nos acunaron.

    Desde allí crecemos, como semillas en buen suelo. Vendrán vientos, tormentas, luz benigna o calor exagerado... vendrán heladas, vendrán hojas y fortaleza en las ramas... Somos frágiles y la resistencia está en la profundidad de las raíces.

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