PASO a PASO

 PASO a PASO

Mario H Romano, Doctor en Psicología

Fracaso no es equivocarse. Todos lo hacemos. Fracaso es permanecer esclavo al infortunio que obstruye el camino.

 

Resiliencia es la capacidad de resistir y resolver adversidades. No es conducta exclusiva de algunos elegidos, sino atributo en grado e intensidad de quienes la cultivan.

Desdicha, conflicto, situación estresante… ¿quién no lo padece en algunos momentos de su vida?  Contingencias de índole familiar, vincular, amoroso, laboral, financiero, existencial acerca del sentido de la propia vida, desprendimiento, soledad no elegida, etc.

Sabemos por conocimiento formado en la casuística clínica, que el aprendizaje de algunas aptitudes favorece el sistema inmunológico psicoafectivo para resistir mejor las dificultades y buscar alternativas que nos permitan mitigar sus efectos, aprender de ellas, y encontrar nuevas opciones.

Se mencionan algunas para orientar reflexiones pero no como manual de instrucciones, vacío de la singularidad de cada persona como sujeto único, insustituible, histórico y biográfico.

Una de ellas es adquirir conciencia de fortalezas y fragilidades personales. Todos disponemos de unas y otras. Conocerlas permite no engañarse a sí mismo.

Des-dramatizar contenidos exagerados cuya pulsión imaginaria desvía tenebrosamente el barco hacia rocas inexistentes. La luz del faro mental, pensar y dilucidar, puede evitarlo.

El humor en tiempo y forma también es un antídoto para amortiguar la solemnidad construida ante realidades inflamadas. En límites extremos no hay lugar para imaginar, sino para actuar y resolver. Lo que se pueda.

Cultivar la propia responsabilidad para no desplazar siempre y ligeramente el motivo de nuestras desgracias a un tercero. Si nos lavamos las manos es para higienizarnos, no para adjudicar de inmediato a otros el malestar que sentimos. Si hay dolor generado por un tercero es conveniente primero reflexionar, y luego si es posible hablar, pero no envasar resentimientos tóxicos.

Interactuar y comunicarse con las personas presentes en el camino de la vida alimenta el amor objetal, es decir, fuera de sí mismo y focalizado en el interés y bienestar hacia otros. Conducta de madurez si las hay. Neutraliza posiciones narcisistas de quedar omnubilados con el propio ombligo.

Tener iniciativas y crear, aún en temas cotidianos facilita renovar miradas,  concientizar al cambio permanente en nuestra existencia, calificar cada momento presente como oportunidad de transformación, e incluso despertar inquietudes dormidas. Además, lubrica nuestra flexibilidad ante la tendencia natural de conservar lo ya conocido, resistiéndonos a descubrir lo bueno por conocer.

Por último, para enfrentar y resolver una situación angustiosa, infortunio, contratiempo, infelicidad o proveer a un cambio deseado, la medida es ir “paso a paso”. William James (1) consideraba que sembrar una actitud es un proceso que permite cosechar un hábito, y a partir de ahí fomentar un destino.  

Un primer movimiento es lograr transparencia interior. Es difícil resolver lo que no se conoce, y poco se desea. Siempre es útil considerar una consulta para resolver resistencias, ser consciente de ideas y vivencias, ver la causa que genera el malestar, y decidir con mayor lucidez.

 

William James, filósofo y pionero de la psicología estadounidense (1842-1910)

 

 

 

Comentarios

  1. Pequeños artículos con contenidos condensados que inviten a pensar, sacar alguna conclusión, actualizar una idea.... gracias por leer.

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  2. Muy buena reflexión nos permite crecer por dentro

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  3. ¡ Excelente Mario. Muy cierto, muy genuino. La vida misma.!!!

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