COMPLACENCIAS e INTOLERANCIAS

 COMPLACENCIAS  e INTOLERANCIAS

Mario H Romano, Doctor en Psicología

 

El “mundo líquido” de hoy (1) acentuado en el individualismo, fugacidad de los vínculos, transitoriedad laboral, incertidumbre social,  económica, etc, desafía nuestra capacidad de tolerancia.

La complacencia y la intolerancia se deslizan como tendencias sintomáticas que se van naturalizando, y que merecen una  reflexión.

¿No es la complacencia una tolerancia excesiva, un descompromiso constante? Pasividad, postergación negadora, consentimiento dormido. Es cuando aceptamos sin reaccionar, miramos para otro lado, nos diluimos en un anonimato defensivo. Una expresión popular traduce “me chupa un h…”. Reflejado en la modalidad de conductas indiferentes, tal vez alexitímicas(2), acomodaticias, incluso con actitudes indolentes. O irónicas. Se viste con un camuflaje difuso. Una vieja canción popular dice “…como el camaleón, cambia de colores según la ocasión…”(3)

 

Respecto a la in(negación/privación)tolerancia podemos diferenciar tres niveles.

Uno positivo-valorativo que sostiene el tejido social. Es cuando somos intolerantes con la injusticia, la violencia delictiva y toda opresión que vulnere nuestros derechos humanos y ciudadanos. Garantiza el bien común a través de marcos institucionales que le dan legitimidad y consenso.

Otro nivel se refiere a nuestras idiosincrasias y creencias. En este caso intolerancias producidas por aquellas cuestiones que nos irritan.  Es cuando nos resistimos con ceguera ante opiniones, ideas o costumbres que no coinciden con las propias. Y aquí surgen dos opciones: o nos relajamos, escuchamos y revisamos con actitud abierta, o nos aferramos a las ideas y creencias adquiridas, y respondemos por repetición.

Las intolerancias acumuladas se traducen en decisiones precipitadas, insultos desmedidos, escapismos adictivos o conductas pulsionales,  agresivas y violentas.  

Un tercer nivel de intolerancia es más íntimo, y es con nosotros mismos. Es cuando sentimos un malestar interno reincidente que nos cuesta sostener producto de “cargas” almacenadas, broncas,   contradicciones, y que se vivencian con molestos grados de ansiedad, tensión, incertidumbre, o tristeza prolongada. Incluso con angustia “flotante” por miedos encapsulados que no se disipan. Y muchos de ellos sostenidos por contenidos imaginarios, fantasías escondidas, sugestiones prejuiciosas. En un extremo el suicidio es producto de un malestar interior intolerable.

La medida saludable es ver qué, y por qué nos pasa.  Animarnos a una introspección que nos permita acceder a las causas o motivos que la generan. Una consulta profesional es siempre un buen recurso para lograrlo.

 

En cambio la tolerancia, antídoto de muchas de nuestras vulnerabilidades,  se traduce como aquella fortaleza suficiente que nos permite resistir y no ceder a pulsiones destructivas, propias o ajenas.

La tolerancia significa una buena dosis de paciencia sostenida con una relajación provocada para transitar momentos de incertidumbre, saber esperar sin desesperar que es igual a saber esperarnos, buscar con calma las respuestas necesarias, no ceder al enojo fácil e infantil, cultivar el temple necesario ante adversidades y desalientos, escucharnos,  comprendernos. Es posible y realizable.

Sentirnos bien no es por algo mágico o casual, sino por sintonizar con nosotros mismos.

La tolerancia como condición humana es una aptitud  activa, es decir que se adquiere. No es condescendiente ni permisiva. Tampoco pulsional, reactiva, desbordante.

Requiere “trabajo personal”, auto-respeto y familiarizarnos con nuestros afectos y emociones. Se aprende en la  infancia a través de la educación familiar, la formación escolar y las enseñanzas de instituciones y terceros que nos ayudan a procesarla.

También es útil decir que nuestra capacidad de tolerancia tiene un límite. ¿Por qué agotarla ante quienes no lo merecen?

 

Por último, la tolerancia en los vínculos nos orienta a ser flexibles con los modos, estilos y pensamientos de los demás. En este sentido podemos no estar de acuerdo con algunas opiniones o posturas. Pero tenemos la alternativa de escuchar sin pre-juzgar, y luego sacar nuestras propias conclusiones. Actitud que estimula el pensamiento crítico y abierto, es decir, no cristalizado, cerrado, anquilosado.

Tengamos en cuenta que ante un disenso entre las partes involucradas siempre es posible intentar un consenso. Se requiere una condición poco común: tolerar las diferencias e integrar las coincidencias.

 

(1)Bauman, Zygmant, “Amor Líquido” (Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos), Fondo de Cultura Económica, Bs As, 2014   

(2)Chico Novarro, cantautor argentino, “El Camaleón”.

(3)Dificultad para diferenciar sentimientos de sensaciones corporales, explicar o describir sentimientos, falta de capacidad introspectiva, tendencia al conformismo social. Sivak Roberto y Wiater, Adriana “Alexitimia, la dificultad para verbalizar afectos”, Paidós, Bs As. 1998

 

Comentarios

  1. Hola doc a mi me párese que. Todo pasa por falta de educación yal ver todo el sacrificio de nuestros padres con nosotros nos causa desaprobación ante todo un sistema ccorrupto

    ResponderBorrar
  2. Nuestra sociedad pretende tener un lenguaje inclusivo pero en lo cotidiano tenemos una mirada muy sesgada de la realidad con prototipo y prejuicios. La tolerancia nos permite acercarnos al otro y crecer sin perder nuestra identidad

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Coincido. Reconocer la diferencia nos permite intercambiar y enriquecernos

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

MADRE

REMEDIO para DEPRESIONES

CAMBIO y SALUD