PINOCHO

 PINOCHO (ética y salud)

Mario H Romano, Doctor en Psicología

 

El disfraz es una defensa. Aparenta un “como si”… que no es.

Pinocho es una marioneta de madera. Cuando tiene un corazón se humaniza. Entonces surge su dilema: ser o simular.


¿Hasta dónde somos conscientes, registramos, nos damos cuenta del fluir constante de informaciones saturadas de opiniones, pautas, normas, preceptos, noticias (algunas tóxicas) que incorporamos, y forman parte de nuestras preocupaciones y devaneos?

¿Cuánta de la influencia que recibimos no la aceptamos como un alimento sin masticar?

Las preguntas nos ayudan a pensar. Cuando queremos pensar, es decir humanizarnos, y procesar las impresiones que percibimos.

 

El movimiento constante de la vida es inevitable y ocurre más allá de nuestros deseos. Nos involucra en una dinámica sin solución de continuidad. Y en esta espiral permanente donde nada se detiene sino que fluye incesante, disponemos de dos alternativas: quedarnos pasivos con lo que recibimos, o filtrar. En la medida que lo hacemos podemos desglosar y discernir coherencias de inconsistencias, discursos de realidades. Y sacar conclusiones con sello propio.

 

Luego de esta introducción iremos al foco del tema que nos puede interesar.

Es natural que simulemos en algún momento algo que tenemos miedo de revelar. 

Pero es muy diferente cuando se constituye en una práctica corriente, y un modus operandi de proceder.

Se revela con claridad en la defensa sistemática de justificar los propios errores, y adjudicar a otros la responsabilidad de lo que está sucediendo. O a circunstancias adversas, el infortunio de la mala suerte, imponderables imprevistos, etc. Es verdad que situaciones existen, pero en éstos casos se toman como explicaciones únicas y absolutas. La intención manifiesta o encubierta es disfrazarse de muñecos/as inocentes. Con una nariz cada vez más larga.

Ocurre a nivel personal, pero también social. Relatos y argumentos abundan con diversas interpretaciones, cuyo propósito evasivo es ocultar el grado de compromiso que en los hechos se reflejan.

Un ejemplo elocuente es la dirigencia política, o representantes de los Tres Poderes del Estado, emergentes a la vez  del tejido social. ¿Nadie es responsable del porcentaje de deterioro que vive el País?. Acusan y se excusan. Se protegen en los fueros instituidos como refugio uterino donde se amparan como niños traviesos que han transgredido la ley. ¿Quiénes se hacen cargo del deterioro institucional, malversación de fondos públicos, enriquecimientos sospechosos, corrupción, delincuencia, crecimiento del narcotráfico, incertidumbre económica, indigencia, pobreza, sub-ocupación, analfabetismo, crisis sanitaria...?

Volviendo al plano personal. Quien crece y madura, asume. Se hace responsable del camino que transita con las herramientas que tiene, y las que puede aprender. Con humildad reconoce sus límites y desaciertos para corregir/se y aprender, Pero a la vez trabaja para afirmarse en las cualidades que sustenta, y estimula el desarrollo de los demás. No somete ni seduce para someter, si no que educa, enseña, orienta.

O a la inversa, adolece en un “como si” de omnipotencia , cuya trama simula el malestar que le enajena. Se acostumbra a representar un personaje "pinochesco",  vacío de contenido entre sus promesas, dichos y actos. Con más incertidumbres que certezas anclado en el narcisismo de su propia soledad. Y tarde o temprano sus efectos tóxicos se hacen sentir.

Quien siempre justifica sus errores nunca los resuelve. 
Ser o simular. Esa es  la cuestión. 

Comentarios

  1. Doc .éramos muy inosentes como para creer en pinocho la vida Hera distinta los valores era distintos fue otra historia . Un gran abraso .

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