SENTIRSE BIEN
Mario H Romano, Doctor en Psicología
Lo
más importante no está en la posada, sino en el camino.
(1)
Concepto de Cervantes
Contrato con uno/a mismo/a.
¿Qué contrato? El que uno desea o necesita para
vivir mejor, o ser feliz.
¿Y qué interpretamos por ser feliz? Legítima
aspiración humana, pero vulgarmente contaminada con muchas idealizaciones.
Para expresarlo de modo sencillo, es lograr sentirse
bien. Propuesta que no tiene un valor
absoluto y determinado, sino más bien relativo y dinámico. Y una buena dosis de
contenido subjetivo porque no solo depende de la realidad tangible que se vive,
sino de cómo se interpreta lo que se vive. Disponer de bienes, recursos e
insumos son de ayuda indispensable para una mejor calidad de vida, pero no es suficiente.
Esta singular vivencia de bienestar ha despertado
inquietud en varios períodos históricos de la humanidad a través de pensadores,
literatos, filósofos. Hoy día conocida
por los alcances del bio-neuro-cognitivismo, psicología, sociología, y por la
difusión escrita y oral de los temas de autoayuda a disposición del mercado más
exitista.
Sin embargo, con el fin de profundizar el tema se
pueden desglosar algunas conductas que favorecen el bienestar anímico personal.
Un vasto sondeo superficial incluye el autoconocimiento, ser positivo,
disposición para buscar respuestas, conectar lo que sentimos, pensamos y
hacemos, tener proyectos de vida, vivir a pleno en tiempo presente, desprendernos
de lo que está fuera de nuestro alcance resolver, inspirarnos en el amor como
fuerza vital de nuestra existencia, trabajar para mejorar la realidad, disfrutar lo que tenemos entre manos, alimentar amistades, armonizar
deseos y logros, ser humildes y sinceros (sin cera, sin máscara) para potenciar
nuestras capacidades y a la vez aceptar nuestros límites, etc. La lista
continúa...
Todas son propuestas válidas. Se
pueden elegir las que más interesen. También depende de las circunstancias que
cada persona atraviesa en su vida.
Por momentos logramos sentirnos satisfechos, en
armonía, en paz. En otras instancias estamos dispersos, contradictorios,
desconformes, sin entender con claridad qué nos está pasando. Oscilaciones
pendulares buscando un equilibrio que nos permita sostenernos en un eje más
estable, y menos fluctuante.
Tema que tiene un enfoque simple y otro más
integral.
En principio es una vivencia universal que no tiene
misterios desconocidos, y se proyecta en el común de los humanos mortales en
una vida que logra conciliar aspiraciones y logros con sensata objetividad, y a
partir de los recursos que genera a su alcance.
En general una persona se siente bien cuando libera
energías retenidas, alcanza un acuerdo consigo misma para satisfacer deseos que
sustentan su existencia, rescata contenidos positivos, valora sus capacidades, reconoce
sus límites, y sostiene un proyecto de
vida que la impulsa hacia delante viviendo el presente.
Si focalizamos la mirada hacia una reflexión más
integral, podemos señalar que la plataforma inicial es aprender a convivir con uno/a mismo/a.
Somos un territorio que necesitamos conocer para
saber qué, cómo, cuándo y dónde pisar, si aspiramos movernos en esta existencia
con la mayor plasticidad posible. Si no lo hacemos, nunca podremos descubrirnos,
y con el tiempo padecer el costo de tropezar varias veces con la misma piedra, cometer
los mismos equívocos, repetirnos en círculos cerrados, vivir enajenados, fuera
de eje, extranjeros con nosotros mismos.
Una vez en la consulta una mujer expresó: “Hace tiempo que me busco y no me puedo
encontrar…”. Llegaba agitada a la sesión, tensa, molesta. Necesitaba
expulsar lo que estaba viviendo. Luego
de algunos meses aprendió a escucharse y entenderse mejor, y señaló: “Me di cuenta que huía de mi… estaba
confusa, como perdida… me maltrataba…me exigía a ciegas sin saber muchas veces por qué… escapaba de las privaciones que había
vivido en mi infancia…”.
Disponemos de tres fuentes de autoconocimiento para
registrar el pulso de los estados anímicos, comprenderlos, y aprender a obrar
en consecuencia. Son: enseñanzas del
camino, meditar y reflexionar, y el tercero que es más desafiante, familiarizarnos
con el significado de nuestros contenidos oniricos. Las tres están interconectadas.
Una primera fuente es el andamiaje de los años
naturalmente asimilados que nos permiten madurar. Depende de la actitud de apertura y flexibilidad de
cada persona. Experiencias digeridas y metabolizadas que se incorporan como fuente
de información personal. Pero no son todas. Transitar años no garantiza por si
solo haberlas asimilado. Como leer mucho no significa comprender todo.
Algunos aprendizajes vienen procesados por ensayo y
error, y permiten diferenciar aciertos y errores que hemos transitado. O
percibir qué nos ayuda a sentirnos mejor, evitar lo que nos daña, afrontar
dificultades inevitables con el reservorio de fortalezas que disponemos, elegir
desafíos que nos permiten seguir creciendo, reconocer nuestros límites, ceder
cuando es necesario, probar algo nuevo.
Otra fuente accesible de autoconocimiento es meditar
y reflexionar. Tarea que se asume en soledad, aunque de modo transitorio
compartamos con una amistad el contenido de
lo que estamos viviendo. Esta instancia de repliegue interior es imprescindible,
incluso fuera del tiempo de sesión establecida con un profesional.
Para conocernos mejor es central “darnos cuenta” de las sensaciones que nos transmite nuestro
cuerpo, y de lo que sentimos y pensamos. Nos permite saber nuestras
consistencias y fragilidades, deseos y miedos.
Y una tercera fuente más ambiciosa y menos
practicada es explorar el sentido de nuestros sueños. Los sueños nocturnos -cuando los recordamos- nos permiten acceder a contenidos habitualmente
ocultos a nuestra consciencia. Aun a través de escenas e imágenes acotadas, extrañas
e incongruentes. Es recomendable escribirlos con el mayor detalle posible antes
de olvidarlos. Luego se trabajan dejando fluir todo lo que se nos ocurra, sin
filtro, libre de censuras, críticas, cuestionamientos. Si lo hacemos
medianamente bien, este segundo material tendrá un valor más depurado para asociar significados más relevantes,
incluso sorprendentes.
En cambio los sueños
diurnos o ensoñaciones son más accesibles. Elucubraciones, divagues,
fantasías dicen mucho de nosotros mismos. Contienen deseos, idealizaciones,
aprensiones, temores, ansiedades, angustias, dignas de ser reconocidas y
examinadas.
Por último, un aspecto no menor es superar heridas
del pasado. Para sentirnos bien necesitamos limpiar residuos tóxicos de
broncas, infantilismos regresivos y pulsiones destructivas que consumen nuestra
energía vital.
Los resentimientos revelan dolores enquistados que
permanecen activos. Reflejan el malestar neurótico, amargo, dolido, quejoso,
que obstruye cualquier camino de bienestar.
El autoconocimiento se adquiere en el camino de
vivir. Y el bienestar es producto de un concierto entre diferentes componentes
que nos habitan como pulsiones, sentimientos, ideas, deseos, para lograr lo
mejor de nosotros mismos.
Es una tarea personal en constante elaboración abierta
a las decisiones que asumimos. A cualquier edad
(1)Miguel de Cervantes Saavedra, novelista, poeta,
dramaturgo y soldado español, una de las
máximas figuras de la literatura española.
Gracias Mario por este hermoso texto que nos hace reflexionar sobre el autoconocimiento como proceso dinámico y continuo
ResponderBorrarGracias por leer. Si, es un tema siempre vigente....pero a la vez resistido, lo sabemos muy bien ...la expectativas en general es recibir recetas de autoayuda, orientaciones específicas para vivir mejor ....sin leer cada persona lo que le sucede en su mundo interior....
ResponderBorrar♡Gracias,Mario,por ☆brindarme "este blog" -en un nuevo Año-.Permitirme "leerme" desde el Amor y Desarrollar ☆Bienestar,sera mi prioridad.
ResponderBorrarMe alegra que te sirva de soporte para interpretar te, conocerte un poco más, cultivar cada vez mejor bien estar.....
BorrarGracias Mario. Realmente, ésas reflexiones acompañan y a la vez deben ser nuestros temas de encuentros para desarrollarlos en profundidad y generar mayor bienestar y autoconocimiento para un día a día más liberador de emociones.
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