PSICOPATIAS


Mario H Romano, Doctor en Psicología

Tema solicitado por algunos interesados.

Parte I

La vida cotidiana y los medios de difusión revelan situaciones  que desnudan una rica variedad de comportamientos psicopáticos.

Los más relevantes se manifiestan en delincuencia callejera, violaciones,  abusos físicos, trata de personas, sustracción de menores, abuso de poder, sobornos, corrupción económica, tráfico de influencias, narcotráfico, negocios delictivos, fraudes, maltrato público y privado, etc.

En “A Sangre Fría”(1), Truman Capote narra en forma de novela, un hecho que sacudió a la opinión pública de Estados Unidos en 1959. “…libre de hacer cuánto se le antojara, el asesino los fue matando uno a uno, siempre con la precaución de recoger el cartucho vacío. Cuando hubo acabado, apagó todas las luces y se marchó”. Y más adelante “se le hacía difícil entender cómo dos individuos podían llegar al mismo grado de violencia, de furia psicopática, para cometer delito semejante”.

¿Qué no decir en nuestro País de acciones violentas en robos y muertes callejeras, y en otro plano de aquellos días del Terrorismo, y del Terrorismo de Estado?

Estas conductas patéticas marcan su rasgo extremo. Pero hay otras más moderadas y leves que forman parte de las modalidades psicopáticas.

En conjunto se pueden caracterizar por comunes denominadores en tres “no”:

1.No les interesan los medios para alcanzar los fines.

2.No miden el daño que producen en terceros.

3.No registran sentido de culpa.

 

Parte II

El carácter especulativo las lleva a emplear cualquier recurso lícito o ilícito, transparente o turbio, ético o antiético con tal de  manipular e influir del mejor modo posible para lograr sus propósitos. Capaces de victimizarse, agredir, mentir, tergiversar, ocultar o dramatizar.  

Centradas en sí mismas y sin reflejos afectivos para ubicarse en el lugar del Otro (sea quien fuere), solo se empeñan en satisfacer sus exclusivas necesidades negando o minimizando el perjuicio, dolencia o trastorno que ocasionan.

Su marcado sentido de omnipotencia (muchas veces disimulado) las lleva a transgredir límites con cinismo e impunidad.

No asumen remordimiento, es decir, responsabilidad en los hechos que provocan. Justifican, niegan, crean relatos paralelos, cambian de tema, o adjudican a otros lo que ellos mismos generan.

Carecen de autocrítica.

No vivencian culpa, por lo tanto no reparan. Tampoco corrigen o subsanan. Y se resisten a cumplir lo que está pactado por ley, o alteran acuerdos cuando estos obstaculizan sus propios intereses.

Son personas sometedoras,  inescrupulosas y manipuladoras de modo manifiesto o encubierto. Al comienzo pueden mostrarse atentas y seductoras, para luego influir y condicionar de acuerdo a sus preferencias.  

Según el grado e intensidad del trastorno son capaces de forzar, obligar, apremiar, hasta violar el deseo o interés de otra persona sin importarles el malestar que pueden generar. A veces se presentan de modo larvado, seductor y sutil para luego condicionar y dominar.

En las últimas décadas estas conductas en sus diferentes modalidades, han impregnado el tejido social. Atraviesa a dirigentes públicos y privados, a ciudadanos de clase alta, media, baja e indigente.

En los comunes avatares de la vida cotidiana se reflejan como conductas naturalizadas de adaptación social, por ejemplo anticiparse en una fila,  adelantar el vehículo por la banquina, pasar primero aún cuando no corresponda, adulterar documentos, falsear  información aunque perjudique a terceros, sobornar, imponer, exigir privilegios, etc. Típicas personas “ventajeras”.

Refleja uno de los mayores malestares en nuestra cultura.

 

Prevención 

En general fortalecer el sistema educativo, laboral y económico basado en el esfuerzo personal y grupal, con transparencia, equidad y justicia. 

A nivel personal estar advertidos ante la cercanía de éste tipo de personas. Ser prudentes de no asumir compromisos anticipados sin conocerlas porque son hábiles y estratégicas para influir y convencer.

Vivir el presente con fluidez y confianza. Pero con los ojos abiertos.


(1)Truman Capote, “A Sangre Fría”, Edit Anagrama, Barcelona, 1987

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