INTERVALO VITAL (o caricia vivencial reparadora)
Mario H Romano, Doctor en Psicología
Es una práctica que
puede durar diez, veinte minutos o media hora, según los intereses, actitudes y
deseos de cada persona.
Es un lapso de tiempo individual, singular y propio. Puede ser
diario o no, de acuerdo a circunstancias de vida.
El lugar puede ser un rincón de la casa,
patio, jardín, una plaza.
Podemos asociarla a
la frase publicitaria muy conocida “me tomo cinco minutos…”.
Es un recurso para soltar
tensiones retenidas, tomar distancia de ellas, y relajarse mejor. Es una
actitud positiva, apela a la intimidad, y es pulsión de vida.
Es gratuita y está al
alcance de todos, y a cualquier edad.
No es incompatible
con ir a un gimnasio, hacer deportes, hidroterapia, disfrutar de una obra de
teatro o cualquier espectáculo público, o ver un film del que mucho se
disfruta. Tampoco sustituye la práctica del yoga, las sesiones de mindfulness
(atención plena) de la terapia gestáltica, de meditación holística, u otras
tendencias actuales a través de la danza y el movimiento.
Acompaña una
sensación de plenitud moderada donde no falta ni sobra nada.
Sin exigencias previas
y libre de presiones externas e internas. Es solo el “tempo” que dure.
Existen varios
ejemplos de simple aplicación, pero todo depende de la libre inquietud y creatividad de cada persona. Escuchar música e identificar los instrumentos que la producen, captar
sonidos del medio ambiente, percibir los aromas del lugar, contemplar el
cielo o un paisaje natural, o simplemente sentados percibir las pulsaciones
cardíacas en silencio y con los ojos cerrados.
Otros más activos
serian caminar por un sendero agradable
sintiendo el movimiento de los pies, tonificarse con suaves pero profundos
ejercicios respiratorios, o relajarse para elongar con lentitud brazos, tronco y piernas varias veces, y
después de unos segundos repetir.
¿Se entiende que en
principio no es para pensar y reflexionar? Es diferente al proceso intelectual.
Es un recurso que
invita desde el silencio interior a vivenciar un contacto sensoperceptivo con
nosotros mismos para sintonizar e
integrar lo que habitual e inconsciente no tenemos en cuenta, o inhibimos,
¿y por qué no?, hasta desconocemos.
Al autodescubrimiento
se llega por diferentes caminos, como los Caminos de Santiago de Compostela en España. Se puede
partir del cuerpo, de la mente y/o, por reflejo, de nuestras interacciones con
el mundo. Siguiendo la metáfora: todos conducen al Santuario, es decir, a nuestra unidad biopsíquica (salvo en estado
vegetativo), y al intercambio dinámico con el escenario social y cultural en que
vivimos.
Ref: “Lo Positivo en Psicoanálisis”, Alcira
Mariam Alizalde, Ed Lumen, Bs As, 2002 – ISBN 987-00.0202-1
tuve que llegar a ser mayor para poder dejarme llevar x esta tecnica . De joven me parecia siempre perder el tiempo . Creo que hay etapas en la vida que se necesita a provecha mas . asi lo veo ahora
ResponderBorrargracias
Una práctica necesaria e indispensable para mantener el equilibrio y la salud mental en estos tiempos. Gracias
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