VIDA ANÍMICA

Mario H Romano, Doctor en Psicología

 

La vida es energía en movimiento. La muerte en cambio es una tendencia a la inercia e inmovilidad.

 

UNO: la vida anímica es energía oscilante, dinámica, vital.

Si se canaliza y regula por “una cabeza bien puesta” diría León Ostrov(1), es una fuerza que ayuda a realizar deseos y cubrir necesidades para sí y los demás.

De lo contrario, si su vigor queda sujeto a una persona insatisfecha por frustraciones internas no resueltas y librada a sus impulsos destructivos puede desbordar en violencia, herir o matar. O lastimar como en las celotipias, envidias, manipulaciones narcisistas.

 

DOS: la importancia del motivo.

Si el motivo es fuerte la energía ayudará a buscar el objetivo que se quiere alcanzar.  

Si el motivo es raquítico la energía que lo impulsa será frágil,  la prueba no se rendirá, o el proyecto se abandonará ante el primer obstáculo.

Los motivos inconscientes son más intensos. “El corazón tiene razones que la misma razón no entiende”. Un ejemplo es una vocación o la fuerza de sentimientos,  ansias o aspiraciones auténticas,  no impostadas. Es inteligente conocerlos para descubrir cuándo, cómo y dónde son viables en la realidad.

 

TRES: energía retenida o liberada

En el malestar anímico hay una energía retenida, frenada y encapsulada sobre sí misma. Como un tumor. Encierra  el peso de una presión difícil de tolerar, que no agrada  ni beneficia. Su causa principal es el miedo. Tendencia que puede observarse en personalidades estructuradas, rígidas, poco flexibles y prejuiciosas de su imagen.

Ocultar afectos, tensiones y broncas de modo permanente  es causa suficiente para varias somatizaciones (el cuerpo expresa lo que la mente calla)

En cambio el bienestar anímico traduce una energía desbloqueada. Escribir, pintar, bailar, dibujar, caminar, etc. son modos. Sin embargo, en la familiaridad y conocimiento de nosotros mismos el diálogo, la introspección, la reflexión y el análisis personal son insustituibles. Mucho ayuda en este camino una experiencia terapeútica.

 

CUATRO: vivencias positivas y negativas

El metabolismo afectivo atraviesa vivencias positivas que alimentan la autoestima, y otras negativas que desvitalizan y empobrecen. Es decir,  hay vivencias  “de cal y de arena”. 

Pero mucho depende de cómo se ven, procesan  e interpretan.

La postura negativa hará más preguntas que respuestas, pondrá más énfasis en lo que falta, y tenderá a dramatizar. Actitud que genera sensación de vacío, incertidumbre y desasosiego.

La mirada optimista pondrá en marcha lo que podemos llamar operación de rescate. ¿Qué es? Valorar lo que suma, priorizar lo que hay, aceptar los límites como fronteras y no como obstáculos.

Significa también  asumir el aprendizaje (siempre estamos aprendiendo). Un buen resultado  es producto  de ensayos, equívocos y desaciertos. Quien no prueba, nunca descubre el error.

Se trata de comprender, entender, conocer. Detenerse, lápiz en mano y sacar conclusiones.

 

Otra vez: la vida es energía, búsqueda, movimiento.

Pensalo.

(1)Ostrov. León, “Verdad y Caricatura del Psicoanálsis”, Abaco, 1980

 

 

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