MIRADAS
Mario H Romano, Doctor en Psicología
El artista inspira su obra en el árbol añejo. El carpintero proyecta un
mueble. El niño para trepar y ubicar su ángulo de refugio y observación. El biólogo
como objeto de estudio, y el paisajista como elemento decorativo.
Cada
mirada depende de la matriz que la condiciona. Es decir, “según
el cristal con que se mire”.
¿Cómo se interpreta lo que se ve? Según la
cosmovisión de conocimientos, deseos, momentos anímicos, necesidades y
vivencias aprendidas de cada persona. Desde esa configuración se ve a los
demás, la realidad, el mundo, e incluso a nosotros mismos.
El riesgo es cuando este cristal se torna pretérito y no se actualiza. Ver siempre lo mismo, aunque los hechos se
modifiquen. Es percibir lo que siempre se percibió.
Miedos (el temor al equívoco dificulta
probar) o prejuicios y creencias que persisten en el
tiempo según su molde original. Representan apegos inconscientes que no
responden a las circunstancias actuales,
y fijan su inercia homologando aquello de “mejor malo conocido que bueno por conocer”.
Otro ejemplo son las afirmaciones y rechazos miopes,
terminantes, no chequeados ni examinados. Etiquetas condensadas en
generalizaciones: “todos los hombres son iguales” , “las mujeres suelen…” , o
“una
persona de su edad no debería…”.
O respuestas que llevan idéntica carga emocional ante
situaciones diferentes. O se transfieren en el presente lo vivido en el pasado (reacciona
de igual modo como si fuese ayer). O
en lenguaje vulgar es pasar la boleta en el lugar equivocado. Sucede en vínculos
filiales, de pareja, amistades.
El desafío es revisar miradas. Siempre. En todas las
edades. Ampliar y flexibilizar la lente. Porque el camino de la vida no es
lineal. Cambia, varía, se modifica.
Rotar el foco, correrse del lugar
“establecido”, desplazar el ángulo de observación.
Lo más consciente posible. Para seguir evolucionando, y vivir mejor. De eso se trata.
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