PERDON y RESENTIMIENTO

Mario H Romano, Doctor en Psicología

“¡Escuchar es la materia filtro de la vida! Es preciso rendirla muchas veces para poder aprobarla”.

Carlos A., un lector de este blog

 

Perdonar es un desafío mayor.

“Errar es humano (común), perdonar es divino” dice el refrán. Porque  es difícil. No imposible.

Requiere flexibilidad, tolerancia, un corazón amplio (no estrecho) y también consistencia interior. ¿Qué es? Autoestima. Estar bien con uno mismo. Esa es la clave.

Cuando la ofensa recibida impacta puede surgir el resentimiento, que es sentimiento herido. Y del resentimiento nace el rencor. Y del rencor el deseo de venganza.

Otro efecto nocivo es quedar atrapado en el lugar de víctima.

Perdonar no es ocultar o justificar. Tampoco “olvidar y cuenta nueva” como ligera expresión de deseos. No es disculpar a ciegas, o conciliar por fuera lo que no está resuelto por dentro.

El perdón nace de un proceso de transformación interna.

Tengamos en cuenta que el perdón libera al ofendido de su enojo, pero no libera al ofensor de su responsabilidad.

Para perdonar es necesario tomar distancia y asumir un cambio interno comenzando por aflojar, enfriar y no echar más leña al fuego.

El siguiente paso es pensar y dilucidar mejor lo que ha ocurrido. Facilita desdramatizar, desinflamar la carga emocional que obstaculiza ver con mayor claridad.

Tercero es enfrentar nuestro narcisismo herido hecho con aromas de infancia. Punto crucial para probar la consistencia de nuestra madurez. O lo tomamos como niños, o lo asumimos como adultos. Perspectiva que diferencia una posición de otra.

Perdonar  permite dejar atrás la bronca con sus tensiones enquistadas,  y mirar hacia adelante.

Perdonar es sano. Disminuye somatizaciones asociadas a trastornos cardiovasculares, irregularidades intestinales, contracturas, etc. Y nutre la calidad de los vínculos.

 

El resentimiento daña a quien lo sostiene y perjudica a quien lo recibe.

Retener el daño es una de las actitudes masoquistas menos advertidas y más dañinas. Erosiona, desgasta y lastima. Como una llovizna que penetra y baña. Las más nocivas provienen del pasado porque se naturalizan, y se hacen crónicas.

Hay situaciones y situaciones, y ofensas y ofensas. Pero en última instancia se resuelven por el grado de inteligencia y salud íntima que cada persona ha sido capaz de construir.

 

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