TRABAS INTERNAS

Mario H Romano, Doctor en Psicología

Reflexión sobre el mundo interno.

 

Dos mundos: uno externo y otro interno. O realidad externa y realidad interna.

El primero es realidad observable, tangible, compartida por todos. Ejemplo: herencia de Beatriz Sarlo, el transporte público, la guerra en Europa y el conflicto en Medio Oriente, el campeonato mundial de futbol, el precio de los alimentos, las repercusiones de la IA, etc.

El segundo es personal, íntimo, propio y oculto a los ojos de los demás. Deseos, fantasías, ideas, sentimientos.

Hay un tercer espacio que mediatiza entre la realidad interna y la realidad externa. Ejemplo: una conversación influye en cada persona que participa. Cada interacción no es hueca ni vacía. Deja su huella, su registro. Pero  postergamos esta reflexión para otro momento. 

Aquí nos detenemos en un punto crucial: ¿cuáles son las dificultades internas que habitualmente tenemos? El miedo imaginario, el fastidio a pensar, y la negación.

Miedos: hay elucubraciones y sueños diurnos de carácter amenazante  -va a salir mal, es muy difícil, no puedo, los prejuicios- sin fundamentos. Son como “cucos” infantiles que angustian sin causa aparente. Someten, paralizan y requieren ser analizados y entendidos. De lo contrario permanecen. Aquí el único camino es desarticular  fantasmas.

Pensar es arduo, da trabajo. Es más cómodo vivir con respuestas cocinadas por otros.  En general nos resistimos a reflexionar sobre nosotros mismos. Pero cuando lo hacemos nos da buenos frutos. La clave es detenerse, razonar, sincerarnos (que no es igual a justificarnos), entendernos y conocernos mejor.

Tercero, negaciones. Tendemos a negar aquello que nos molesta. Sobre todo cuando lastima nuestro amor propio. Esta actitud  -de reiterarse-, impide ver nuestros errores y equívocos, y buscar soluciones. Y como ciegos chocar con las paredes de siempre.


La instancia superadora es el chequeo reflexivo personal (e interpersonal).

Según la claridad con que se resuelven los obstáculos internos pueden resolverse mejor los obstáculos externos. 

Por lo tanto, los problemas externos movilizan nuestro mundo interno. Sea para obtener recursos, satisfacer necesidades y deseos, descifrar una incógnita, remediar una dificultad o solucionar un problema.

La educación familiar y escolar logra su mejor misión cuando forma sujetos, no “objetos” que repiten lo que reciben como masa uniforme indiferenciada. Formación y educación que los impulsa a ser más autónomos, éticos, solidarios y lúcidos, es decir, pensar con criterio(1)

Aprender a resolver trabas internas es el inicio para cualquier proceso de cambio y transformación. A cualquier edad.

(1)          Sabato, Ernesto, “Apologías y rechazos”, Emecé Editores SA, 2da. Ed, Bs As, 2006. 


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