ENERGÍA VITAL

Mario H Romano, Doctor en Psicologia.

 

La energía atómica puede contribuir a la vida, o ser letal. También la energía emocional y mental.  

Como todas las energías fluye, a veces es intensa –“tiene ganas de vivir”, dice un médico a otro sobre un paciente que intenta superar un trance difícil”.

O puede estar adormecida -“no tengo ganas de nada”.

Sin embargo es una energía vital e inherente a nuestra condición humana. Por ella estamos vivos. El tema es cómo la aprovechamos.

 

Pulsión de vida para apetecer, anhelar, necesitar, e incluso aspirar. Deseamos lo que no tenemos. Es una fuerza que nos empuja hacia delante, fundamenta nuestras estrategias y habilita nuestros esfuerzos.

Los ejemplos favorables abundan.

Ansia de un trabajo, un viaje, adquirir una vivienda, lograr un título, mejorar una situación, aprender, enseñar, inquietud de ayudar, etc. Afán que impulsa hacia adelante. Aún en cuestiones simples: cualquier iniciativa, leer un libro, pintar un ambiente o practicar un deporte.

Deseos y necesidades que nutren y potencian la vida, cada uno en su escala y dimensión.

 

Un obstáculo es cuando se trasgreden acuerdos para imponer lo que se desea. Y se transforma en una energía avasallante que impone, hiere, viola voluntades y sentimientos. O capaz de matar. Ejemplo: obtener dinero sin importar los medios para adquirirlo o  a quién se perjudica. Pulsión ciega para robar, asaltar, delinquir, extorsionar. O engañar, o apoderarse de algo inmerecido, u obligar a un amor no sentido.

También puede ocurrir a nivel personal. Auto exigencias cerradas, deseos obsesivos, conductas rígidas que persiguen objetivos fuera de lugar, o elijen con prejuicio o influencias de terceros.

De ahí la necesidad de regular la energía con la mayor lucidez posible. Pensamiento crítico, reflexivo y abierto.

Dos premisas éticas. El otro es un semejante, no un objeto de manipulación para uso personal o sectorial.  

Segunda, respetarnos a nosotros mismos. No somos clones. Podemos canalizar nuestra fuerza vital con sentido y autenticidad.

¿Es difícil de entender? ¡No! Es difícil de asumir.

Es ahí donde radica la diferencia: hay una energía –buena onda-para ayudarnos a vivir, y otra –agresiva y autoagresiva- para dañar o lastimarnos.

 

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