SOMBRIOS
Mario H Romano, Doctor en Psicología
Se trata de rasgos diferentes
a los estilos narcisistas, psicopáticos y perversos a los que estamos
habituados, pero los incluye. Y no es extraño encontrarlos en el camino.
Si superamos cierta
ingenuidad logramos descubrir que forman parte del mundo siniestro en que
vivimos.
Podemos inspirarnos
en el personaje del conde Drácula de la novela de Bram Stoker(1), que esboza algunas señales básicas.
No es cuestión de género. Es indistinto, hombre o mujer.
De apariencia
simpático/a, responde a los códigos sociales comunes para ser aceptado/a. Pero
es impenetrable, “un ni”, difícil de saber
qué siente o piensa.
Sus relatos son mundanos, intrascendentes, poco
originales. Sondea, evalúa, registra para sí, pero encubre, oculta sus íntimas
intenciones, y pocas veces enfrenta.
Habla bizarro/a, impreciso/a, ambiguo/a. Es
elocuente pero esquivo/a.
Es prejuicioso/a, y con tendencia a subestimar a los demás, pero
lo expresa en voz baja, casi imperceptible.
Es hábil y astuto/a para sortear coyunturas sociales, y elude las que
puedan afectarlo/a.
Es una persona envidiosa y resentida, y goza con la desgracia o
infortunios ajenos, pero lo disimula muy bien.
Se considera superior al resto. Critica y menoscaba en voz baja, y solapadamente.
Adjudica a otras personas la causa de sus problemas, y nunca asume su
responsabilidad en los hechos que genera.
Se victimiza. La causa de su malestar es por otros,
nunca por lo que él/ella hace. Es crítico/a con los demás pero nunca consigo
mismo/a. Llegado el momento responde con argumentos justificatorios.
Vive haciendo transacciones. Cuando da es “a cambio
de”. No da puntada sin hilo. Si hace un favor lo agenda como inversión para
luego pedir su contrapartida. Especula con la buena intención de los demás.
No le impactan las dificultades o inconvenientes que
le puede ocasionar a terceros. No registra responsabilidad o culpa, ni código
ético que lo conmueva. No repara, no corrige, no enmienda.
Es hábil para seducir pero termina defraudando
cuando revela su estilo (“sus colmillos”).
Promete y no cumple. Y aunque no satisface sigue
prometiendo.
Algunos indicadores para detectar:
1.Es amigo/a de todo el mundo, pero no se le
conocen relaciones serias, confidentes, íntimas.
2.Es advenedizo/a, impredecible y cómodo/a. Busca
el facilismo. Es lábil y miedoso/a. Le importa la imagen.
3.Como el personaje
de Drácula es vulnerable a la luz solar –es decir a la verdad. Carece de inquietudes
artísticas, religiosas, sociales, políticas, etc. porque en su interior no cree
en nada que sea superior a él/ella. Si participa es para obtener un exclusivo
beneficio personal. Y es hábil para ocultarse de modo inesperado.
4.Persona que absorbe y chupa la energía de otros.
Estar a su lado agota, cansa, descompensa. Quita, resta, sustrae mucho más de
lo que da, y “succiona” todo lo que puede.
(1)
Drácula, novela, Abraham Stolker (1897)
Peligrosísimos!!!
ResponderBorrarSin embargo ocurre. Encontrarnos con personas con algunas de esas características acentuadas. Es para advertir....y ver!
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